sábado, 6 de octubre de 2012

Mujica, el presidente más pobre del mundo


El presidente uruguayo José Mujica, que ha sido calificado como el presidente más pobre del mundo, asegura que no lo aqueja la falta de recursos, sino que vive “con austeridad y renunciamiento”. “Yo no soy un presidente pobre. Preciso poco para vivir”.”, recalcó “Pepe”.
De ese modo el mandatario refleja con sus acciones su postura contra el consumismo de la sociedad. Además, ataca la hipocresía en temas como la droga y el aborto. En ese sentido, realiza un campaña por el país para legalizar la marihuana.
“Pobres no son los que tienen poco. Pobres son los que quieren mucho”, afirmó a sus 77 años, quien tras su asunción en marzo de 2010 siguió viviendo en su chacra en la zona rural de Montevideo junto a su esposa, la ex tupamara y senadora Lucía Topolansky, donde cultivan flores y hortalizas.
Su patrimonio -la chacra, dos automóviles y tres tractores- asciende a unos 200.100 dólares, según su declaración jurada de este año, y dona casi el 90% de su salario de unos 12.400 dólares mensuales para ayuda social.
“No preciso más, porque con lo que tengo me sobra y cuando me vaya de este mundo si puedo dejar una escuela, esa va a ser la herencia que voy a dejar. Pero es una actitud política de quererle transmitir a la gente ‘no enajenes tu vida’”, sostuvo quien defiende que “el hombre tiene que trabajar para vivir pero no vivir para trabajar”.
“Eso tan simple parece revolucionario. No tiene nada de revolucionario, los que están locos es esa manga de viejos que se creen que precisan una vida complicada, llena de chirimbolos y necesitan un ejército de gente que los sirva. Eso es pagarle precio al feudalismo”, concluyó.

Reflexión de Eduardo Galeano

Richard Nixon, prestigioso historiador, lo tenía claro. En 1972, cuando era presidente de los Estados Unidos, dictó a sus colaboradores más cercanos un curso relámpago sobre la decadencia de Grecia y Roma:
–¿Ustedes saben lo que pasó con los griegos? ¡La homosexualidad los destruyó! Seguro. Aristóteles era homo. Todos lo sabemos. Y también Sócrates. ¿Ustedes saben lo que pasó con los romanos? Los últimos seis emperadores eran maricones…

En 1513, unos siglos antes de esta lección magistral, Vasco Núñez de Balboa había arrojado a cincuenta indios a las bocas de los perros que los destriparon, “porque para ser mujeres sólo les faltan tetas y parir”.
En Panamá, como en muchos otros lugares de América, la homosexualidad era libre, hasta que irrumpieron los conquistadores. Aquella noche de 1513, Balboa inauguró en estas tierras el castigo del nefando pecado de la sodomía.

Eran los tiempos de la Santa Inquisición. Tiempos de nunca acabar. En España, la Inquisición duró tres siglos y medio. La herejía de la diversidad, en todas sus formas, fue condenada a suplicio o muerte en varios lugares de Europa y de América. Muchos homosexuales, hombres y mujeres, fueron quemados vivos. La hoguera los redujo a cenizas “para que de ellos no haya memoria”.
Una época superada, se supone. Pero el humo llama.